Miedo, prisas, confusión, una exclamación y la certeza de la muerte tras esos ojos azules que te miran mientras caen al otro lado del velo. Tu cuerpo que salta como un resorte, pero demasiado tarde.
El tiempo parece retardarse cuando descubres con certeza que lo has perdido, y que tienes que optar por un mal menor, atrapar a Harry antes de que siga a su padrino. Pero el chico se te escapa, y gritas angustiado para que se detenga.
Todavía estás gritando cuando despiertas entre las sabanas revueltas de tu cama, humedas por el sudor, el sudor del miedo y la deseperación.
Y te acurrucas como un animal herido, gimoteando como un cachorro perdido, perdido en esa cama que fue de ambos y que ahora ocupas tu solo.
El sueño huyó de ti como huyó la felicidad o el calor, y te abrazas a la almohada dejando que esta trage tus lágrimas.
Triste rocio que encuentra tu amanecer .
El vibrante timbre de un viejo despertador muggle te avisa de que es la hora de levantarse. Un nuevo día de clases en al escuela, de tener que enfrentarse a esos rostros juveniles ocultando su dolor, asumiendo su condición.
